México, D.F. a 3 de diciembre del
2015.- Gabino Gómez y Lucha Castro del Centro de
Derechos Humanos de las Mujeres de Chihuahua, organización que acompaña en el
estado de Chihuahua a familiares con personas desaparecidas, acudieron el día
de hoy a audiencia con Monseñor Dagoberto Campos, Consejero responsable de la
Nunciatura de México, a entregar carta de solicitud de audiencia en Ciudad
Juárez con el Papa Francisco en el marco de su visita a México en febrero del
próximo año.
Después de compartir con el Consejero
del Nuncio Apostólico la intención de
que el Papa reciba a las familias, y animados por la misión pastoral que ha
realizado en su pontificado, le entregaron formalmente la solicitud de
audiencia, la cual se encuentra firmada por 932 personas en búsqueda de 736 familiares desaparecidos y 27 organizaciones
sociales que les acompañan en la búsqueda de verdad y justicia. La petición reconoce
la inédita sensibilidad del Papa con las víctimas y en su mensaje pletórico de
símbolos bíblicos, las familiares expresan:
¡Bienaventurados/as
las que lloran porque serán consoladas! ¡Bienaventurados/as las que luchan por
la justicia!
Hermano Francisco, Pastor de
nuestra amada Iglesia:
Somos madres, padres, esposas,
hermanas/os, hijas/os de personas
desaparecidas. Vivimos crucificadas desde que forzadamente se llevaron a
nuestros seres queridos. La tortura diaria de no saber su paradero se traduce
en dolor que nos consume. Cada hora de ausencia nos preguntamos: ¿Quién les
ayudará si tienen hambre, sed, frío o miedo? Estas preguntas sin respuesta nos
tienen en constante dolor y sólo la fe en el Dios de la vida, nos anima para
continuar caminando por el derecho a la verdad y la justicia.
En el Viacrucis que vivimos a
diario hemos encontrado: Verónicas que enjugan nuestro rostro, Cirineos que nos
ayudan a cargar la pesada cruz impuesta, el silencio y la indiferencia de gran
parte de la sociedad y a Pilatos que se lava las manos. Tu compromiso con los
más pobres y tus significativos gestos de misericordia para los que más sufren,
nos llenan de esperanza.
Hoy, amado Padre Francisco,
reconocemos en ti al Buen Samaritano que puede curar nuestras heridas. Tú
llegada a esta dolorida tierra es un signo de esperanza, es la respuesta a
nuestro clamor: Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?
Ahora que estarás en Ciudad
Juárez queremos verte y escuchar de tu boca las Bienaventuranzas para
reconfortar nuestros destrozados corazones.
Te pedimos una audiencia para que
bendigas nuestras luchas de resistencia y fortalezcas nuestra esperanza y
nuestra Fe en el Dios de la vida.
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