10 de mayo 2011
Carta a una hija ausente
En este día en que todo México celebra el día de la madre y que los hijos van a ver a esa mujer que les dio la vida. Que todo es emotivo, abrazos, risas, es una gran fiesta y claro así debe de ser.
Carta a una hija ausente
Hija mía en este 10 de mayo quiero dedicarte este pensamiento
Cuando naciste, cambiaste mi mundo gris, con la luz maravillosa de tu presencia, tanto que el sol brillo más que nunca, cuando por primera vez tuve en mis brazos, tu pequeño y frágil cuerpecito, sentí que nada nos podría separar jamás, tus hermosos ojos, tus pequeñas manos, tu aliento puro y limpio tan cerca del mío, sabía que tenía que protegerte. Fuiste mi cielo, mi patria, mi mundo. Te prometí amarte y defenderte ser tu escudo tu espada y tu estandarte. Creciste con sueños, ilusiones y metas. Todo iba bien, me enseñaste a amar sin condiciones, sin ataduras y sin prejuicios.
Pasaron los años y un día saliste de tu hogar y ya no regresaste. Ese día mí cielo se oscureció, el sol ya no brillo más y tiempo después me entregaron tu cuerpo inerte en un ataúd blanco, herméticamente cerrado.
No sé qué pasó
Solo sé que no te pude defender de tus asesinos, que no estuve en esos momentos que me necesitaste, que no pude cerrar tus ojos por última vez y tomar tus manos entre las mías, para encaminarte al viaje sin retorno. Si tan solo hubiese podido estar ahí, sin pensarlo mi sangre y mi vida la hubiera dado por la tuya.
Hoy no estás físicamente, pero tu esencia permanece en mí, más fuerte que nunca.
Por eso ante esta tumba te pido perdón y reitero mi promesa.
No dejaré de luchar por esta causa, lucharé hasta el final, no importa cuántas batallas pierda y vaya perdiendo partes de mi corazón, no importa que mis sentimientos se marchiten, lucharé por esta causa hasta el final.
Creo profundamente en un mundo mejor y es para mí un bien más real que esta miserable quimera que nosotros devoramos y llamamos vida, lo creo con toda la fuerza de mi convicción y después de tantas luchas, tantas pruebas y tantos estudios, este es el consuelo de mi alma.
No hay triunfo sin renuncia, victoria sin sufrimiento, libertad sin sacrificio.
Norma Ledezma
Justicia Para Nuestras hijas
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